Sobre la piel y las máscaras de MONSIEUR FANON
El pasado 6 de diciembre de 2011 se cumplieron 50 años del fallecimiento de Frantz Fanon, escritor y militante revolucionario que contribuyó a la teoría y praxis de las revoluciones que cambiaron, en la década de los 60’s, el destino de África y a su vez, contribuyo a la trascendencia de los estudios postcoloniales.
Frantz Fanon nació el 20 de julio de 1925, en una familia de clase media (descendiente de esclavos africanos) en la colonia francesa de la isla caribeña de Martinica. En 1943 parte de su país como voluntario para luchar en Argelia con los franceses libres en la Segunda Guerra Mundial, y se quedó en Francia después de la guerra para estudiar medicina y psiquiatría con una beca, en Lyon, convirtiéndose en director del hospital psiquiátrico de Blida-Joinville (Argelia) en 1953 donde colabora estrechamente con el Frente de Liberación Nacional argelino. Expulsado de Argelia en 1957, se instala en Túnez para colaborar con el Gobierno Provisional de la Revolución Argelina, siendo nombrado embajador en Ghana en 1960. Allí comenzó a realizar acciones por la libertad de los pueblos africanos y por el proceso de descolonización de Argelia, escribiendo ensayos políticos y obras de teatro. Así mismo se casó con Josié Duble, una francesa nacida en Lyon. (De Oto, pp. 217-220)
Obras de Frantz Fanon
- Piel Negra, máscaras blancas. Nueva York: Grove, 1967. (Reimpresión de Peu noire, masques blancs. París, 1952)
- Sociología de una revolución. Los estudios en un colonialismo moribundo, o un colonialismo moribundo. Nueva York, 1965 y 1968. (Reimpresión de L'uno de cinq algérienne la revolución). París, 1959)
- Los condenados de la Tierra. Nueva York, 1965. (Reimpresión de Les Damnes de la terre. París, 1961)
- Discurso a intelectuales africanos: Sobre la relación entre cultura y lucha por la libertad (generalmente incluida en Los Condenados de la Tierra)
- Hacia la Revolución Africana. Nueva York, 1967. (Reimpresión de Pour la révolution africaine. París, 1964)
SOBRE LA PIEL…Y LAS MÁSCARAS
Antes de abandonar Francia, Fanon ya había publicado su primer análisis de los efectos del racismo y la colonización, a partir de sus propias vivencias expresadas en diversas conferencias en Lyon. El texto titulado “Piel negra, máscaras blancas”, que fue publicado por primera vez en 1952, bajo el título (en francés) Peu noire, masques blancs", aunque originalmente había sido intitulado "Un ensayo para la desalienación de los negros". Para la época, este “examen potscolonial” se convirtió en un libro de culto, pues su análisis (a mi criterio, ético) representó un descarnado diagnóstico social sobre la dependencia de la población martiniqueña al colonialismo francés analizando las relaciones establecidas a partir de la diferencia racial dentro del marco de la expansión imperialista europea, donde el colonizado tiene conciencia de de ‘estar’ en el mundo para servir al ‘otro’.
Fanon utiliza en este libro, el psicoanálisis (como médico psiquiatra) para interpretar la sumisión de los pueblos negros, de origen colonial (hoy denominados afro-descendientes) ante la población blanca (europea) en el entendimiento de que el racismo genera construcciones psicológicas nocivas, tanto, que ciegan al hombre negro ante la sujeción (subordinación) y alienación de su razón, a normas pautadas por (y para) los blancos donde la cultura racista ha obstaculizado la salud psicológica en el hombre negro. "Estamos tratando de entender el porqué al negro de las Antillas le gusta tanto hablar francés", mostrando de manera descarnada los aspectos de la colonización del saber y, al mismo tiempo, sugirió caminos para su descolonización. Lejos de ser un asunto netamente formal-administrativo y más allá del hecho de que muy pocos individuos entre los pueblos colonizados por Francia - en su mayoría políticos, intelectuales o personas públicas – efectivamente llegaron a obtener el status de un ‘evolucionado’ o ciudadano francés, el concepto de la asimilación actuó como un mecanismo perverso de alienación ya que implicaba la renuncia consciente a la cultura, identidad y historia propia y la identificación forzada del colonizado con la cultura impuesta por el colonizador.
Fanon insiste en que la categoría "blanco" depende para su estabilidad, en su negación, el "negro". El uno no existe sin el otro, por lo que Fanon enfatiza en este estudio, sobre el lugar histórico en el cual estas formas psicológicas, se hicieron posible, sujetándolas a los sistemas culturales de la colonización. Piel Negra, máscaras blancas, destaca conceptualmente en las siguientes ideas:
• Introducción
"El hombre no es solamente posibilidad de reemprendimiento (Sic) no es sólo negación. La conciencia es actividad de trascendencia; si esto es verdad, hemos de saber también que esta trascendencia esta transida por el problema del amor y a la comprensión. El hombre es un SÍ que vibra con las armonías cósmicas. Arrancado de cuajo (desarraigado), dispersado, confundido, condenado a contemplar la disolución, una tras otra, de las verdades por él elaboradas, el hombre dejará algún día de proyectar sobre el mundo una antinomia que le es consistente.
El negro es un hombre negro; es decir, que al calor de una serie de aberraciones afectivas, se ha instalado en el interior de un universo del que bueno será hacerle salir…No buscamos otra cosa, nada menos, que liberar al hombre de color de sí mismo. … interrogaremos una y otra vez a las dos metafísicas; ya veremos que muchas veces son muy disolventes (p. 8).
• Cap.1. El negro y el lenguaje
"Hablar. Esto significa emplear una cierta sintaxis, poseer la morfología de ésta o aquella lengua, pero fundamentalmente es asumir una cultura, soportar el peso de una civilización” (p. 14) /…el negro antillano será tanto más blanco, es decir se parecerá más al verdadero hombre, cuanto más y mejor haga suya la lengua francesa” (p. 15) / Recuerdo que en Lyon, hace poco más de un año, después de terminar una conferencia en la que yo había trazado un paralelo entre la poesía negro y la europea, un compañero metropolitano me decía calurosamente "En el fondo, tú eres un blanco." Por lo visto el haber estudiado con la lengua del blanco, un problema tan interesante, me daba derecho a ciudadanía "(pp. 31-32).
• Cap. 2. La mujer de color y el blanco
"Lo importante es saber si le es posible al negro superar su sentimiento de disminución, de expulsar de su vida, el carácter compulsivo que le asemeja tanto al comportamiento del fóbico. En el negro hay una exacerbación afectiva, una rabia de sentirse pequeño, una incapacidad para toda comunión humana que le confina a una insularidad intolerable” (p. 41) /…”Para él sólo hay un tipo de salida que da al mundo blanco. De allí esa permanente preocupación por llamar la atención del blanco, esa voluntad tenaz de adquirir las propiedades del revestimiento, es decir, la parte de ser y de tener que entrar en la constitución de un yo…el negro intenta ingresar en el santuario blanco por el interior” (p. 42) /…”Este trabajo cierra casi siete años de experiencias y observaciones; en todos los campos que han atraído nuestra atención nos sorprendió una cosa: el negro esclavo de su inferioridad, el blanco esclavo de su superioridad, se comportan ambos, todos según una línea de orientación neurótica ... En su comportamiento el negro se asemeja a un tipo neurótico obsesivo o, si se prefiere, se instala en plena neurosis situacional. En el hombre de color se produce un intento de huir de su individualidad, de aniquilar su ser-ahí. Siempre que un hombre de color maldice, hay alienación” (p. 49)
• Cap. 6. El negro y la psicopatología
“En las Antillas, el joven negro que en la escuela no se cansa de repetir que «nuestros padres los galos», se identifica con el explorador, el civilizador, el blanco, es quién trae la verdad completamente blanca. Hay en esto autentica identificación, o sea, que el joven negro adopta subjetivamente una actitud de blanco” (p. 122)…”Pero ocurre que en las Antillas no se piensa en negro, se piensa en blanco. El negro vive en África. Subjetiva e intelectualmente el antillano se comporta como un blanco. Ahora bien es un negro. De esto se dará cuenta en Europa. Cuando oiga hablar de negros sabrá que se refieren tanto a los senegaleses como a él” (p. 123).
• Cap. 7. El negro y el reconocimiento
“Los negros viven comparando…Viven comparando, o sea que en todo momento estarán preocupados por su autovaloración y el ideal del yo. Siempre que entran en contacto con otro surge en ellos el problema del valor y el merito. Los antillanos no tienen valor propio, son siempre tributarios de la aparición del otro. Se trata siempre de menos inteligente que yo, más negro que yo, menos bien que yo. Toda posición de sí, todo anclaje de sí tiene relaciones de dependencia con el resquebrajamiento del otro. Yo construyo mi virilidad sobre las ruinas de quienes me rodean” (p. 174)…” Históricamente, el negro sumergido en la inesencialidad (Sic) de la servidumbre, ha sido liberado por el señor. No ha sostenido la lucha por la libertad (p. 181)…”Pero el negro ignora el precio de la libertad, porque no ha luchado por ella. De vez en cuando lucha si, por la Libertad y la Justicia, pero siempre es la libertad blanca y la justicia blanca, es decir, valores segregados por los señores (p. 182).
• A modo de conclusión
"Siempre que un hombre ha hecho triunfar la dignidad del espíritu, siempre que un hombre ha dicho no a una tentativa de esclavización de su semejante, yo me he sentido solidario de su acto (p. 188)…”El negro no es. No más que el blanco//Los dos tienen que apartarse de las voces inhumanas que fueron las de sus antepasados respectivos a fin de que nazca una autentica comunicación” (p. 192)…”
SOBRE LOS ESTUDIOS POSTCOLONIALES
Es importante no obviar la trascendencia de los estudios postcoloniales a partir de la obra de Franzt Fanon, pues los pueblos colonizados por países europeos entre el siglo XIX y previamente a la II Guerra Mundial, fueron configurados como casos de estudio, como formas de interpretación y de representación, que conferían la superioridad del sentido a un centro rector. Fanon parte de la dialéctica postcolonial para sugerir que subestima el dominio del amo blanco sobre negro los esclavos de África y Europa: “Espero haber demostrado que aquí el maestro se diferencia básicamente del maestro descrita por Hegel. Para Hegel no hay reciprocidad, y aquí el maestro se ríe de la conciencia del esclavo. Lo que él quiere de el esclavo no es el reconocimiento más que trabajo”. (p. 220). Es en el contexto de las luchas anticoloniales europeas del siglo XX donde madura el pensamiento de Fanon, pues él, incluye una reflexión global sobre el hombre moderno, sobre las expectativas y demandas propias de una humanidad post-colonial. Como campo de investigación, los estudios poscoloniales han ido ganando importancia teórica desde la década de 1970, a partir de la cual hay un debate considerable sobre los parámetros precisos del campo y la definición del término "postcolonial".
En un sentido muy general puede definírsele como el estudio de las interacciones entre las naciones europeas y las sociedades que colonizaron en la época moderna (desde finales del Siglo XIX). Las tesis poscoloniales tratan de encontrar su discursividad fuera de los paradigmas coloniales de reconocimiento a partir de una identidad propia de los sujetos y territorios que han experimentado los procesos de colonización e imperialismo, como es visto a partir de teóricos como Edward Said (1993, p. 429): El trabajo de Fanon intenta, de modo sistemático, dar un tratamiento unitario a las sociedades metropolitanas y coloniales como entidades discrepantes pero al mismo tiempo relacionadas. Las teorías contemporáneas con respecto a la colonización y subalternización de los otros son tomadas desde los modelos coloniales europeos y de la producción de saber de los países colonizadores sobre colonias. Las tesis poscoloniales se basan en las formas de las genealogías de Foucault (2001) quien afirma que el Poder produce lo real, pues en nuestras sociedades, esta transformación técnica de los individuos, esta producción de lo real, va a recibir un nombre: normalización, la forma moderna de la servidumbre. Afirma que la “Normalización es el imperio de lo normal, de la media estadística, de la somnolencia a lo acostumbrado” (p. 10). Los conceptos del otro y de la otredad son instrumentos centrales que permiten delimitar un espacio de resistencia, pues el espacio de la otredad es aquel espacio al que se le ha negado el poder de la representación.
S. Castro-Gómez (1996) sostiene que el poder ejercido por los países imperialistas/colonialistas (de entrar sin restricciones a otros países y examinar su cultura) es el que ha permitido la producción de una serie de saberes históricos, arqueológicos, sociológicos y etnológicos sobre el “otro”. De allí que se construyan discursivamente las imágenes de las culturas colonizadas, por las sociedades colonialistas europeas, como instancias que poseen el sentido de las representaciones. Ciertamente, los territorios coloniales generaron culturas híbridas, sincréticas, que cuestionan las narrativas que han ignorado el carácter heterogéneo de sus historias y representaciones (especialmente las latinoamericanas). La localización geocultural (Mignolo, 1997) tienen su consolidación dentro de la “…expansión de los proyectos coloniales de Europa, incluyendo sus consecuencias; como también la subyugación de pueblos y culturas en lucha por su liberación, aunque su historia puede haber sido relatada principalmente por los discursos coloniales producidos por aquellos en el poder y en la posición para hacerlo efectivo. De esta manera, si la modernidad consiste tanto en la consolidación de la historia europea, como de la historia silenciosa de las colonias de la periferia (...) la poscolonialidad (como operación de construcción literaria) es el lado distinto de un proceso de contrarrestar la modernidad desde las diferentes herencias coloniales”. Herencias que son confeccionadas dentro de territorios de influencias múltiples, donde las esferas del poder colonizador toman la palabra por el colonizado, ya que el conocimiento no es elaborado desde las posibilidades discursivas de las agencias subordinadas a este saber programado como forma de dominación.
Fanon inscribió, en términos de liberación del ser humano “el derecho a exigir un comportamiento humano: “Un solo deber, el de no renegar de mi libertad en mis elecciones. No quiero ser la víctima de la trampa de un negro. Mi vida no se consagrará a ser el balance de los valores negros. No hay mundo blanco, no hay ética blanca, no hay superior inteligencia blanca. Hay de cabo a rabo un mundo hombres que buscan”. Sin embargo, este llamado al reconocimiento es para Fanon, un ideal, ante la imposibilidad de cambiar lo real, pues para el colonizado, la alternativa no es otra que la lucha, “una lucha contra la opresión, la explotación y el hambre”. Sin embargo, no dejaba de ser atractivo pensar en la liberación humana en estos términos donde el oprimido tome conciencia de que su historia, es parte fundamental de la historia de la humanidad.-
“Frantz Fanon fue hijo de su tiempo, hijo de sus circunstancias históricas al igual que nosotros hoy, somos hijos de nuestro tiempo, de nuestras circunstancias históricas, naturales y sociales. En la época que le tocó vivir a Fanon, los signos del tiempo apuntaban hacia la solución de los grandes problemas de la humanidad. Fue la época de la descolonización, de los movimientos de liberación nacional, de los sueños por un mundo verdaderamente socialista, época de esperanza y combatividad. Hoy, los signos del tiempo apuntan a un callejón sin salida, a la barbarie, a la desaparición de la especie humana. Si bien, no se puede hablar en Fanon de una microfísica del poder, sí percibe situaciones de dominación y violencia, que no fueron percibidas por muchos de quienes analizaron en su época el fenómeno del colonialismo, (Lee, p.157)
® Silvia Gómez Rangel, 2010.-
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