El antropólogo cumplió 100 años

Se sabe: nadie vive un siglo y lo agradece. El antropólogo de origen belga Claude Levi-Strauss (1908) cumplió 100 años de edad el 28 de noviembre pasado y se mantiene tan tímido y austero como aquel día de 1934 en que tomó la decisión de su vida: aceptar una cátedra en la universidad de Sao Pablo, que cambiaría su destino para siempre."Odio los viajes y los exploradores", confiesa en la primera línea de Tristes trópicos (1955), uno de los libros esenciales del siglo XX, que contiene los fundamentos de una teoría, el estructuralismo adaptado a la antropología.
Un colega estadounidense, Marshall Sahlins, ha echado a correr un juego de palabras que no tiene desperdicio. "Todo pensador célebre puede tener la certeza de dos cosas: que va a morir y que sus ideas pasarán de moda. Cuando el primer hecho sucede antes que el segundo, puede sentirse feliz".
A Claude Levi-Strauss le dio tiempo de enfrentarse a una tercera posibilidad: pasar de moda para algunos investigadores, que han descubierto al mismo tiempo que aún sigue vivo. Su aura se mantiene intacta. Su gran talento fue la capacidad para relacionar saberes y experiencias.No contento con este mérito, fue un escritor notable, que en 1955 (ante la publicación de Tristes trópicos) obligó al jurado del Premio Goncourt en Francia a lamentarse de no poder otorgarle ese galardón porque no se trata de una obra de ficción.
De origen belga, nació en Bruselas en 1908. Sus padres eran judíos franceses. Militó de joven en la internacional obrera y se graduó de filósofo en 1931. Ya con 26 años de edad, decepcionado de sus estudios, recibe una llamada telefónica. Tiene 26 años y todo va a cambiar para este marxista que no sabe lo lejano que se encuentra su destino.El director de la École Normale Superieure le ofrece ser profesor de sociología en la Universidad de Sao Pablo. Ese pequeño gesto, y su movimiento posterior, activaron uno de los pensamientos más interesantes e influyentes de los últimos cien años.
Se internó en el Matto Grosso, en diversas expediciones etnológicas al territorio de los Caduceo, Bororo y Nambikwara.Y estudió sus costumbres.
Nunca le gustó que lo llamaran el padre del estructuralismo: detrás de ese rótulo intuía la intensión de convertir en doctrina lo que simplemente era un método de trabajo.Cuando estudió diferentes sociedades, siempre le interesó inventariar sus diferencias.Así derivó en las invariables, reglas de juego de cada comunidad. Por ejemplo, buscar pareja siempre en otra familia y así constituir una familia."En la naturaleza existen leyes que pueden ser universales y constantes, y si encontramos en la cultura reglas que pueden tener ese mismo carácter universal que las leyes, entonces podemos comprender mejor el paso de la naturaleza a la cultura. Ese es el interés de la prohibición del incesto, por ejemplo".De Brasil regresó a Europa, pero la guerra lo empujó a Estados Unidos, donde dio clases en Nueva York. Allí ocultó su nombre para diferenciarlo de los populares jeans. Y conoció al lingüista Roman Jakobson, quien tuvo gran influencia en su trabajo.
Claude Levi-Strauss recibió el grado de honoris causa de universidades tan prestigiosas como Harvard, Yale o Oxford. Y fue el primer etnólogo en ser elegido miembro de la Academia Francesa (1973). Todas estas galas nunca modificaron su sentido del humor.Para practicar su inglés lee Playboy. Allí advirtió una reseña de un libro suyo, en el que quedaba claro que el crítico no había entendido nada. Le escribió una carta a la redacción: "Para comprender cómo funciona una sociedad antes hay que saber de qué está compuesta. Y les añadí que ellos, visto el tipo de revista, deberían saber que antes de la fisiología se encuentra la anatomía".Claude Levi-Strauss ha participado de numerosos homenajes en Francia que se pusieron en marcha en noviembre pasado. Películas, libros, exposiciones... Se mantiene delgado, estoico, tímido, lo que le permite escuchar y hablar poco.Pero cuando abre la boca casi siempre pareciera despedirse.
"Estamos en un mundo al que ya no pertenezco. El que he conocido, el que he amado, tenía 1.500 millones de habitantes. El actual tiene 6.000 millones. Ya no es el mío". Lo que es una verdadera lástima.-


SERGIO DAHBAR / sdahbar@hotmail.com
EL NACIONAL - Sábado 13 de Diciembre de 2008. Nación/13

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