PATRIMONIO ETNOLÓGICO URBANO

El carácter etnológico del patrimonio inmaterial (o intangible) y de sus manifestaciones etnográficas, se lo adjudican los componentes culturales y geográficos expresados como símbolos significativos de la identidad colectiva.
El propósito de registrar el patrimonio cultural del área metropolitana de Caracas es la identificación de una gran mayoría de expresiones inmateriales —con carácter significativo— dentro de las diferentes identidades socioculturales de la urbe caraqueña, así como el conocimiento y la representatividad de sus comportamientos, valores, normas y tradiciones.
Si bien, todos los venezolanos nos identificamos o reconocemos en cosas diferentes, dado que la venezolanidad en sí misma, no es otra cosa que el mestizaje (amalgama o diversidad), los caraqueños no está(n) exenta(os) de poseer todas estas características y no han sido ajenos al acontecer social que se ha originado en diversas manifestaciones históricas cuya conformación y estructuración, describimos a grandes rasgos, bajo tres momentos precisos


  • Etapa precolonial o prehispánica (prefundacional): el poblamiento de grupos de habla Caribe (circa 1.200 – 1.559 d.C.), había alcanzado al valle de Caracas y en general, a la costa central de Venezuela, formando parte de su extenso territorio y de amplios sistemas de intercambio interétnico. Para éste momento, se consolida la hegemonía caribe en la fachada nororiental, en ambas márgenes de la cuenca media del río Orinoco y en el arco insular antillano. Para Sanoja y Vargas (2002: 58) se trata de un señorío o cacicazgo Caribe, cuyo territorio central se hallaba localizado en la cuenca del lago de Tacarigua (Valencia). H. Biord (2005) en la reconstrucción etnohistórica de los aborígenes de la región centro-norte, describe la configuración de “provincias” que abarcaban a varias aldeas, interconectadas por lazos de parentesco y alianzas coyunturales, como las acciones defensivas; estas últimas eran dirigidas, de forma aparente, por caciques o jefes guerreros que ejercían el liderazgo de la provincia.

  • Etapa colonial y republicana (fundacional): incluye el proceso de conquista y colonización castellana del valle de Caracas (1.559 – 1.668 d.C.). Fundación de la villa o campamento militar, a partir del cual se desarrollará la trama urbana de Santiago de León de Caracas. Se esboza el proceso de estructuración de las clases sociales y la hegemonía europea sobre el componente indígena. El establecimiento y consolidación urbana se realiza en atención a la disponibilidad de recursos, como el suelo con facilidades para la edificación; la abundancia de fuentes de agua y tierras fértiles, que aseguraban el sostenimiento alimentario de la población (De Lisio 2001). Sin embargo, la ciudad con amplias posibilidades de expansión y crecimiento exhibe un limitado crecimiento demográfico; una tendencia que se mantiene durante la etapa republicana. El colonialismo destruye las antiguas identidades y crea o impone otras nuevas (Biord 2005); se recrea la hibridación y el mestizaje sociocultural.

  • Etapa moderna–contemporánea (metropolitana): se robustece el sentido de capitalidad y la actuación como centro hegemónico del poder político, social y económico del Estado nacional. Presenta una creciente necesidad de incorporar nuevas tierras para la ocupación urbana y un mayor consumo de los recursos hídricos. Acelerada transformación del ambiente, como respuesta a una progresiva presión social (De Lisio 2001). Nuevos valores y tradiciones culturales son incorporados por la avasallante economía petrolera.

Estas etapas nos permiten observar un escenario geo-histórico heterogéneo, en virtud de la pluralidad de sus tradiciones y los eventos locales que han dado forma. Existe ahora, una identidad expresada de diversos modos, ya sea a través de un paisaje cultural, de festividades y ceremonias tradicionales, de saberes y de creación artística, de una heterogénea gastronomía amalgamada por varios creadores e interlocutores y por el modo particular de ser de los caraqueños, que se implantó y maduró bajo códigos disímiles determinados por el tiempo.

En una palabra, hablamos de un patrimonio vivo y creciente, que corresponde a una memoria colectiva y que no tendrá sentido, si se contextualiza dentro de una sola variable multiétnica y pluricultural. Las dimensiones históricas precisas, y la percepción de los procesos que lo han originado, sus subsiguientes procesos selectivos que permiten darle continuidad, adaptación y cambio a los significados/funciones han pautado la permanencia o no de estas tradiciones o costumbres. Los procesos culturales urbanos (desiguales e inéditos), tales como la conformación de territorios populares contemporáneos (barrios); la composición y recomposición de identidades; las estrategias locales de re-indigenización (etnogenesis) o la asunción de nuevos símbolos de pertenencia (gremios socio-culturales) han dado al concepto de patrimonio etnológico urbano, un sentido de “testimonio dinámico” dentro del constructo sociocultural y al cual, hemos conceptualizado como patrimonio etnológico urbano, definido como la expresión —viva y cambiante— de la vida cotidiana de una comunidad urbana
[1] y refleja particularidades socioculturales producto de distintos procesos sociales, ocurridos en diferentes momentos históricos y por aporte de diversos conglomerados culturales, quienes incorporaron (e incorporan) tradiciones, comportamientos, formas festivas y apropiaciones del espacio propias, pautando así, la recomposición o recreación de identidades socioculturales sobre un mismo espacio urbano o periurbano.

Las expresiones materiales significativas de todas estas identidades socioculturales, así como el conocimiento y la representatividad de sus comportamientos, valores, normas y tradiciones, se conocen como patrimonio etnográfico y lo conforman, diversos elementos que son considerados como bienes, ya sea materiales e inmateriales, los cuales, por ser símbolos significativos de identidad colectiva, constituyen el patrimonio cultural de esta comunidad.



Paisaje cultural o lugar de interés etnológico

RÍO GUAIRE /
Municipio Libertador, Parroquia Macarao, Las Adjuntas

El río Guaire tiene una extensión de 72 km, de la cual por lo menos 53 km pertenecen al recorrido urbano y periurbano. Sin embargo, la relación entre el río y los pobladores de la ciudad a lo largo de los siglos, no ha sido del todo afectiva y en todo caso, más bien utilitaria. Desde el regadío de las nacientes haciendas cañeras, pasando por los establecimientos de procesamiento de la caña de azúcar; el cultivo de hortalizas, vegetales y forraje para el ganado en sus vegas y orillas hasta el uso doméstico e industrial, vertiendo en su cuenca un gran volumen de aguas servidas y diversos desechos sólidos y orgánicos.

Así mismo, su cauce ha sido constreñido, desviado, modificado, embovedado o embaulado; al igual, que las diversas quebradas o afluentes que alimentan el tramo urbano del río. Muchas de estas enlazadas a la historia y sentir de la urbe, como: Mamera; Boquerón; Antímano; Carapa; Algodonal; Yaguara; Caroata; Catuche (Catuchecuao o Catuchecuar); Anauco, que a su vez recibe las quebradas Caraballo (Cotizita), Cotiza y Gamboa; Quebrada Honda; Maripérez; Ávila; Tócome; Galindo y Caurimare. Dice el viajero y comerciante Robert Semple, en el año de 1810, que el río limita a la capital de la Capitanía General de Caracas por el sur y en el vierten tres arroyos. “Aunque se le da el nombre de río, en Norte América no se le consideraría sino un arroyo, pues es vadeable en todas las cercanías de la ciudad, excepto después de aguaceros torrenciales, cuando su volumen aumenta y corre con gran velocidad. Pero decrece con la misma rapidez con que aumenta”. Más adelante en el tiempo, entre la segunda y cuarta década del siglo XIX, el diplomático inglés Sir Robert Ker Porter describe al Guaire, en su diario, como “un bello río regando las vegas al pie de la altura en que se asienta el pueblo, y apenas puede uno moverse una yarda sin proferir una exclamación de placer ante las hermosas vistas que se presentan” (citado por Lope-Bello 1976).

Don Juan Pimentel, en 1578, describe a los diferentes cursos de agua que riegan las tierras del valle de los Toromaymas…“Tiene dos ríos principales, el uno y menor de ellos, pasa cerca de esta ciudad de Santiago de León a menos de medio cuarto de legua1, a la parte del Sur, y llámase Guayre, nombre de los naturales. No se sabe por qué causa el otro mayor se llama Tuy. Este corre por el medio de esta provincia y recoge la mayoría sus aguas. Nacen estos dos ríos, en esta cordillera de sierras como a ocho leguas de esta ciudad a la parte de Occidente, y van a juntarse estos dos ríos en unos llanos que dicen de Salamanca, nombre que les puso un capitán, como a doce leguas de esta ciudad y de allí va a desembocar en la Mar del Norte como a cinco o seis leguas del Cabo Codera. Al Oriente, el río Guayre pierde el nombre al entrar en el Tuy, y éste le guarda desde que nace hasta el mar” (1964:118).

Lisandro Alvarado, haciendo referencia a una cita de Arístides Rojas, dice que la palabra Guaire es la contracción del nombre Guabáire, un cacique indígena. Desde el punto de vista hidrográfico el río Guaire o Guayre se origina en la unión de los ríos San Pedro y Macarao, en la zona de Las Adjuntas. El primero es considerado como el curso superior del Guaire y se forma a una altura aproximada de 2.050 m s.n.m., en el pico El Arado del ramal interior de la Cordillera de la Costa, al W de la localidad homónima (estado Miranda).

Para 1820 y en provecho de la moral y la sana costumbre, la autoridad municipal fija de manera rigurosa las zonas de baño en el río, con el propósito de prevenir la lascivia entre los sexos opuestos. Así los hombres sólo podían bañarse desde el cruce con el camino que va al pueblo de El Valle hasta la confluencia, aguas abajo, con el Catuche y las mujeres, sólo desde el mismo paso hasta la desembocadura del Caroata, aguas arriba. Ya adentrados en siglo XX, la prosa de Francisco Pimentel (Job Pim) narra en la “Pequeña elegía al Guaire” el lamentable estado del río. De la misma, se toman el primer y último verso:

¡Pobre Guaire decrépito, anciano lamentable!
Te miro e inmediatamente me pongo triste,
viendo que ya no hay nada que de tus glorias hable,
porque no eres siquiera sombra de lo que fuiste.

Sic transit gloria mundi…De ti no hay quien se ocupe
(cuando mucho algún vago que desde el puente escupe
sobre el menguado hilillo que arrastras todavía);
hoy la gente se burla de tus glorias lejanas
solamente yo tengo piedad para tus canas,
y ya ves…no está exenta mi piedad de ironía…
1 Una legua lineal antigua equivale aproximadamente a 5.572 metros.


[1] Población o grupo social que habita la urbe.


Comentarios

Unknown ha dicho que…
hola amiga, soy Caro. He leido de pasadatita no más, este blog que has publicado y te cuento que tengo algunas fotos muy interesantes que pudieras publicar en él. Dime por cual medio te las envío.
Besos Caro
me gusta tu enfoque de los MAPOYOS...faltan tus maticas.....


virgilio------

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