DEVOCIÓN A SAN MAURICIO
San Mauricio fue el primer santo patrono de Santiago de León de Caracas y su fiesta se conmemoraba cada 22 de septiembre; dando por inicio de la devoción, la construcción de una pequeña ermita en la villa-campamento, cercana a la actual iglesia de Santa Capilla, ordenada por el conquistador castellano Diego de Losada para cumplir con una promesa que realizara en España, cuando toma la decisión de participar en la conquista y colonización del continente; siendo así la primera ermita o iglesia construida en Santiago de León de Caracas (Oviedo y Baños, 2004: 309).
Ya erigida, estuvo bajo la advocación de San Sebastián, por ser el protector contra las flechas envenenadas y como invocación de su amparo contra los reiterados y tenaces ataques de los indios Caribes. Para el año de 1640, tras colocar una imagen de San Mauricio, los pobladores le cambian el nombre a la ermita. Posteriormente, procesos de cambio social y diferentes catástrofes naturales que dañaron con severidad a la edificación y a la ciudad, incidieron sobre la devoción a San Mauricio; la cual fue menguando hasta su desaparición. Sin embargo, según Enrique Bernardo Núñez (citado por Durand y González, 2002) la ermita llegó a tener su feligresía, a tenor de un refrán de la Caracas colonial:
“Si Dios nos diera con qué
Los pardos en la Mercé
Si Dios nos diere la gracia,
Los blancos en Altagracia.
Y para más bullicio
Los negros en San Mauricio.”
De acuerdo a la tradición hagiográfica, San Mauricio fue un oficial de la legión tebana, integrada en su mayoría por cristianos del Alto Egipto, del ejército de emperador Maximiliano Herculio; que muere martirizado hacia finales del siglo III.
Según la etimología Mauricio significa “oscuro, sombrío, de Mauritania”, aludiendo al origen étnico de este mártir. Su fama fue muy difundida pues se señalaba que él era portador de la famosa lanza de Longinos, arma con la que el centurión romano Cayo Casio perforó el costado de Jesucristo en el Gólgota. Por muchos años, los soldados cristianos imploraban el amparo de San Mauricio y su legión cuando se dirigían a una batalla, para que los protegiera de los peligros y de la muerte. Este culto comenzó a extenderse a partir del siglo IV.
Lamentablemente, es una devoción ya olvidada en Venezuela y especialmente en Caracas, ciudad de la que, en algún momento, fue su fiel y santo custodio.-
SGR. 2010
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